lunes, 19 de diciembre de 2011

sonríe

Corrían tiempos difíciles, hacía mucho que no había un día como el de hoy. Una llamada, 45 minutos, suficientes para conseguir una sonrisa, una sonrisa que vale más que todo, que se valora poco, que se necesita más. Todo empieza mal, me ha pasado eso hoy, estoy de mal humor, mi vida es una mierda... Pero entre los dos consiguen sacarse una sonrisa mutuamente, empiezan los temas tontos, las risas desenfrendas, las palabras absurdas, los "te echo de menos", los "gracias por estar ahí" e incluso los "me sacas siempre una sonrisa". Como tiene que ser, hacer feliz a la persona que quieres, y que ésta, a su vez, te haga feliz a ti.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Huye

Mi corazón latía con tanta fuerza que parecía que en cualquier momento éste saldría de mi pecho. Los nervios siempre me creaban una gran agitación, a menudo me ponía histérica, preguntándome donde había metido aquel objeto que necesitaba con tanta urgencia en ese preciso momento. Rememoraba cada minuto, cada segundo y cada paso dado, generándome un insoportable dolor de cabeza, originado a su vez por la desesperación. Qué sensación tan estúpida, los nervios no me ayudarían a encontrar el maldito objeto. Pero la frustración cada vez era mayor, respiraba con fuerza, otra vez me empezaba a agobiar, tenía que encontrarlo, como fuera. Por fin, ahí estaba, mi pasaporte a la libertad, mi moneda de cambio para salir de aquí. Me encaminé a la puerta. Pisadas, se oyen pisadas al otro lado de ésta, me escondo. Mierda, él no debería estar aquí

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Líder de tu reinado

Estaba demasiado lejos. Miraba hacia el final, ese pequeño horizonte donde se encontraba mi objetivo, tan lejano, y a la vez tan cercano. Si alzaba mi mano y rodeaba ese pequeño deseo parecía como si pudiese tocarlo, pero en realidad no lo tenía en mis manos, lo había perdido. Que fácil es crear una ilusión, cuando crees despreocupadamente que lo tienes todo bajo control, que la situación la manejas tú, hasta que un día, sin saber porqué, esta te maneja a tí. Ese día todo sale mal, te despiertas creyéndote líder de tu reinado, hasta que inexorablemente, te das cuenta de que lo has perdido. No pensaste jamás que esto te ocurriría a ti, estaba a tus pies, era tuyo. Pero ese pequeño y sufridor reinado había luchado por su liberación, y finalmente y aunque dolido por la lucha y por lo que dejaba atrás, comenzó el camino de la independencia. Este no sería nunca el mismo, lo había perdido todo en la batalla, dejando florecer una armadura que nunca otra podría atravesar. Entonces es cuando tú lo deseas de vuelta, te tiene en sus manos, pero ya no esta interesado.Y cuando te quieres dar cuenta, el reinado nunca estuvo a tu merced, solo estaba ahí porque lo deseaba, hasta que, defraudado, decidió alejarse de lo que tanta felicidad le otorgaba como dolor le producía.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Fuga

Sus manos, tan gruesas y toscas como estilizadas, acariciaban mi pelo. Esa sensación de puro placer, de serenidad, de tranquilidad. Era un viaje muy largo, a un lugar desconocido, exótico. Tenía esa sensación de excitación, esas hormiguitas que parecen dar un largo paseo por tu estómago. "Todo va a salir bien" eso es lo que esperaba, pero los nervios eran delatores de la gravedad de la nueva aventura en la que ambos nos embarcábamos. Nadie iba a pararnos, ése era nuestro propósito. Queríamos encontrar la perfección, pero algo que a esas edades tan tempranas no se teme es que la perfección no existe. Nos encaminábamos a algo completamente ajeno a lo vivido. 
Tenía gracia, parecía como si nada fuera a salir mal entre los dos, nuestro amor, era más fuerte que ambos, más fuerte que todo lo que nos rodeaba y, como si de Romeo y Julieta se tratara, nos enzarzamos en el peligroso camino del amor, tan satisfactorio como traicionero.

jueves, 1 de diciembre de 2011

danza de mentiras

Él, me susurró algo incomprensible al oído, me giré. Negros, ojos negros. Fue lo último que vi antes de caer al suelo. Me levanté de un sobresalto, ¿qué había sido eso?, por más que le daba vueltas al asunto no conseguía llegar a comprender. Llevaba semanas teniendo el mismo sueño, o pesadilla, según se viese. No estaba segura de a dónde iba a parar. Siempre acababa ahí cuando un desconocido, me susurraba algo que nunca entendía. 
El sueño empezaba como una danza, chicos y chicas embriagados por el alcohol, la música y la droga, se movían al compás de la sintonía que sonaba de fondo. Los cuerpos. Entremezclados, abrazados, arremolinados unos con otros, sudados y perfumados a su vez, formaban un mosaico de lo más variopinto. Disfraces, sí, ahora recuerdo, es una fiesta de disfraces. Pero la temática es distinta, nada de vampiros, nada de demonios, ni marineros, ni policías. Es una fiesta de máscaras al más puro estilo del carnaval italiano de Venecia.
Me muevo rápidamente, estresada, por los numerosos pasillos decorados, ornamentados por guirnaldas de colores -amarillos, rojos, verdes y azules-. Hay caretas colgadas de las paredes, dibujos con sonrisas desfiguradas, que me miran, expectantes. Corro, me paro, alguien me sigue, giro a la izquierda en el siguiente pasillo y me topo con la sala de baile. 
Miro a mi alrededor, solo veo mentiras, gente escondida, bajo su maravillosa máscara. Veo una danza de intercambio de falsedades, gente dedicándose cumplidos superficiales. Mi máscara, creo que la más original de todas, negra, con pedrería que bordea suavemente el lateral del ojo izquierdo. Oculta lo que hay debajo, lo que soy. Como todo en esta sala. Corro escaleras abajo, me mezclo entre la multitud excitante, perversa. Veo frías sonrisas de éxtasis, miradas cómplices. Acabo en el centro de la sala de baile, sola. De repente, él me susurra algo incomprensible al oído, me giro. Negros, ojos negros. Eso es lo último que veo antes de caer. Entonces entiendo por fin lo que dice.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Mi ciudad

Días nublosos.Típica característica de esta época del año. Madrid. Hogar de maravillosos lugares. Secretos. Ovidados. Hogar de sensaciones, que percibes cuando te encuentras caminando por la calle, por Gran vía, grande, esplendorosa, imponente ante la insignificancia de tu tamaño. El Paseo del Prado, a primera vista, un tanto estropeado, pero característico de esa belleza particular que solo las cosas antiguas, viejas, o deterioradas tienen. Te encamina hacia el fantástico Museo del Prado, lugar de residencia de tesoros inigualables. El Palacio de Cibeles, perfecto, capaz de impresionar con semejante sensación de grandeza, ornamentado a su vez con la magnífica Cibeles, que lo complementa y acompaña. 
Ayer. Hoy. Mañana. Acompañan a ésta, mi ciudad. La hacen ser lo que es, la convierten en el paseo perfecto. Tantas otras cosas perfectas en esta ciudad. Cosas que la gente no ve. Muchísimas más de las expuestas aquí. Días nublosos. Típica característica de esta época del año, y sin embargo, sigue siendo mi ciudad, mi bonita ciudad. Madrid.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

20N: elecciones generales


Cielo gris. Lluvia. Suelo mojado. Frío. Así comienza el día del 20 de noviembre de 2011, día de elecciones generales en España. Un día que marcará un cambio en nuestras vidas, aún está por ver si bueno o malo. Es el día en que elegimos a nuestro nuevo representante, nuestro gobierno. A pesar de no ser del agrado de muchas personas, una mayoría absoluta de españoles ha escogido al PP como nuevo gobierno y nuestro representante durante los próximos cuatro años.
Mi padre me levanta a las 12 de la mañana, me avisa de que son las elecciones y que iremos a votar juntos. Se me había olvidado completamente. Tengo una carta, me anuncia que me ha tocado en el colegio situado cerca de mi casa El Santa Ana y San Rafael. Mis padres se mueven de un lado para otro, recogiendo la casa con rapidez, quieren ir pronto. Entre unas cosas y otras llegamos allí a las dos y pico, hora de comer, a pesar de la hora nos encontramos con varios vehículos aparcados de mala manera alrededor del colegio. A mi padre, mi hermana y a mí nos toca en la sección 18, mesa A y a mi madre en la mesa B. Mi madre se queda en el coche a esperar (por si tiene que moverlo de sitio) y nosotros tres nos adentramos en la escuela.
Suelo inundado, eso es lo primero que veo al llegar, llueve y el suelo esta empapado, embarrado y lleno de huellas. Veo un cartel escrito en un folio y pegado a la pared cerca de una puerta, pone PAPELETAS. Entramos en dicha habitación. Pequeña. Desordenada. Dos mesas. En una sobres y en otra varios tacos de papeletas. Miro al suelo y encuentro sobres y papeletas tiradas, manchadas, mojadas. Me acerco a las papeletas y me sorprendo, no tenía ni idea de que hubiera tantos partidos, una de las injusticias de este país, demasiado absortos en el bipartidismo. Conozco varios, pero no todos.
Escojo mi papeleta. Mi padre me dice qué tengo que hacer con ella, la meto en un sobre y lo cierro. Después veo una hoja color salmón, me explica de nuevo qué debo hacer, la relleno y la guardo en otro sobre del mismo color. A mi alrededor puedo ver a gente nerviosa. Niños correteando en torno a sus padres. No hay mucha gente, pero la suficiente. Prisas. Parecía que querían quitárselo de encima. Piden bolígrafos por todas partes. En las mesas solo hay uno que rula de mano en mano. La gente va de un lado a otro. Leen las papeletas. Escogen. No se oyen conversaciones, solo murmullos y voces apagadas. Nadie comenta su voto, algunos lo tenían muy claro. Entran, cogen la papeleta y se van. Otros miran pensativos los grandes montones con indecisión. Hay una especie de cabina en un lado, supongo que para la gente que prefiera realizar esto en la intimidad. El voto es privado.
Salimos de la sala y encontramos a gente hablando en grupos, mirando, observando. Esperan a otras personas bajo una techumbre para resguardarse. Bajamos un par de escalones y vemos otro cartel escrito en folio. Pone sección 18. Entramos. Dos mesas: A y B. Hay varias personas alrededor de las mesas. La mesa A está a mi izquierda. Unas señoras muy amables, mayores, me piden el DNI. Saco por equivocación el de mi hermana gemela. Las mujeres me dicen: “Entonces vota primero ella” meten el DNI dentro de un portátil, dicen su nombre y un número que otra repite y apunta en una hoja. Mi hermana introduce primero el sobre blanco. Tienen que retirar un papel que impide su introducción. Después el salmón. Mi turno. Doy mi DNI y siguen el mismo proceso. Después mi padre.
Al salir sigue lloviendo. Un mal día. Nos metemos en el coche, es el turno de mi madre. Esperamos. Cuando sale nos cuenta que en su mesa había un hombre que conoce.
A una de mis mejores amigas le había tocado estar en las mesas electorales de vocal, en el mismo colegio electoral en el que he votado. La cambiaron de puesto. No me la imagino ahí sentada. Igualmente debe acudir a las mesas sobre las cinco. Se pasa la tarde allí y nos va contando su experiencia. Se aburre. Nueve de la noche, mi amiga está haciendo el recuento. Nos informa por el chat quién va ganando, qué está pasando. Diez de la noche continúa allí. Está cansada. Tiene hambre. Doce de la noche. Nos anuncia: ¡finito!