jueves, 24 de noviembre de 2011

Mi ciudad

Días nublosos.Típica característica de esta época del año. Madrid. Hogar de maravillosos lugares. Secretos. Ovidados. Hogar de sensaciones, que percibes cuando te encuentras caminando por la calle, por Gran vía, grande, esplendorosa, imponente ante la insignificancia de tu tamaño. El Paseo del Prado, a primera vista, un tanto estropeado, pero característico de esa belleza particular que solo las cosas antiguas, viejas, o deterioradas tienen. Te encamina hacia el fantástico Museo del Prado, lugar de residencia de tesoros inigualables. El Palacio de Cibeles, perfecto, capaz de impresionar con semejante sensación de grandeza, ornamentado a su vez con la magnífica Cibeles, que lo complementa y acompaña. 
Ayer. Hoy. Mañana. Acompañan a ésta, mi ciudad. La hacen ser lo que es, la convierten en el paseo perfecto. Tantas otras cosas perfectas en esta ciudad. Cosas que la gente no ve. Muchísimas más de las expuestas aquí. Días nublosos. Típica característica de esta época del año, y sin embargo, sigue siendo mi ciudad, mi bonita ciudad. Madrid.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

20N: elecciones generales


Cielo gris. Lluvia. Suelo mojado. Frío. Así comienza el día del 20 de noviembre de 2011, día de elecciones generales en España. Un día que marcará un cambio en nuestras vidas, aún está por ver si bueno o malo. Es el día en que elegimos a nuestro nuevo representante, nuestro gobierno. A pesar de no ser del agrado de muchas personas, una mayoría absoluta de españoles ha escogido al PP como nuevo gobierno y nuestro representante durante los próximos cuatro años.
Mi padre me levanta a las 12 de la mañana, me avisa de que son las elecciones y que iremos a votar juntos. Se me había olvidado completamente. Tengo una carta, me anuncia que me ha tocado en el colegio situado cerca de mi casa El Santa Ana y San Rafael. Mis padres se mueven de un lado para otro, recogiendo la casa con rapidez, quieren ir pronto. Entre unas cosas y otras llegamos allí a las dos y pico, hora de comer, a pesar de la hora nos encontramos con varios vehículos aparcados de mala manera alrededor del colegio. A mi padre, mi hermana y a mí nos toca en la sección 18, mesa A y a mi madre en la mesa B. Mi madre se queda en el coche a esperar (por si tiene que moverlo de sitio) y nosotros tres nos adentramos en la escuela.
Suelo inundado, eso es lo primero que veo al llegar, llueve y el suelo esta empapado, embarrado y lleno de huellas. Veo un cartel escrito en un folio y pegado a la pared cerca de una puerta, pone PAPELETAS. Entramos en dicha habitación. Pequeña. Desordenada. Dos mesas. En una sobres y en otra varios tacos de papeletas. Miro al suelo y encuentro sobres y papeletas tiradas, manchadas, mojadas. Me acerco a las papeletas y me sorprendo, no tenía ni idea de que hubiera tantos partidos, una de las injusticias de este país, demasiado absortos en el bipartidismo. Conozco varios, pero no todos.
Escojo mi papeleta. Mi padre me dice qué tengo que hacer con ella, la meto en un sobre y lo cierro. Después veo una hoja color salmón, me explica de nuevo qué debo hacer, la relleno y la guardo en otro sobre del mismo color. A mi alrededor puedo ver a gente nerviosa. Niños correteando en torno a sus padres. No hay mucha gente, pero la suficiente. Prisas. Parecía que querían quitárselo de encima. Piden bolígrafos por todas partes. En las mesas solo hay uno que rula de mano en mano. La gente va de un lado a otro. Leen las papeletas. Escogen. No se oyen conversaciones, solo murmullos y voces apagadas. Nadie comenta su voto, algunos lo tenían muy claro. Entran, cogen la papeleta y se van. Otros miran pensativos los grandes montones con indecisión. Hay una especie de cabina en un lado, supongo que para la gente que prefiera realizar esto en la intimidad. El voto es privado.
Salimos de la sala y encontramos a gente hablando en grupos, mirando, observando. Esperan a otras personas bajo una techumbre para resguardarse. Bajamos un par de escalones y vemos otro cartel escrito en folio. Pone sección 18. Entramos. Dos mesas: A y B. Hay varias personas alrededor de las mesas. La mesa A está a mi izquierda. Unas señoras muy amables, mayores, me piden el DNI. Saco por equivocación el de mi hermana gemela. Las mujeres me dicen: “Entonces vota primero ella” meten el DNI dentro de un portátil, dicen su nombre y un número que otra repite y apunta en una hoja. Mi hermana introduce primero el sobre blanco. Tienen que retirar un papel que impide su introducción. Después el salmón. Mi turno. Doy mi DNI y siguen el mismo proceso. Después mi padre.
Al salir sigue lloviendo. Un mal día. Nos metemos en el coche, es el turno de mi madre. Esperamos. Cuando sale nos cuenta que en su mesa había un hombre que conoce.
A una de mis mejores amigas le había tocado estar en las mesas electorales de vocal, en el mismo colegio electoral en el que he votado. La cambiaron de puesto. No me la imagino ahí sentada. Igualmente debe acudir a las mesas sobre las cinco. Se pasa la tarde allí y nos va contando su experiencia. Se aburre. Nueve de la noche, mi amiga está haciendo el recuento. Nos informa por el chat quién va ganando, qué está pasando. Diez de la noche continúa allí. Está cansada. Tiene hambre. Doce de la noche. Nos anuncia: ¡finito!